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La propuesta en educación de Petro: aumentar el monopolio del Estado

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La propuesta educativa de Petro

Los maestros de las escuelas públicas en toda Colombia estuvieron el pasado mes de marzo en huelga por salarios más altos, una mejor atención médica, capacitaciones y trabajo digno. A decir verdad, no tendría ningún problema con esto si los estudiantes no fueran afectados en el fuego cruzado. Pero siempre es así. Mientras que los estudiantes se ven privados de días de escolaridad vital, ciertamente no se les priva de la atención: tanto a los maestros como a los políticos progresistas que alzan la bandera de FECODE como Gustavo Petro, Claudia López o Sergio Fajardo, los estudiantes se convierten municiones políticas diseñadas para influenciar a la ciudadanía y hacer daño sus contrincantes políticos.



Detesto esta práctica de grupos explotadores que solo quieren lograr resultados políticos, ya que hace un daño inconmensurable a niños y adolescentes. Por muy bien intencionadas que se supone son las acciones políticas, a menudo dañan a grupos que de otra manera no estarían involucrados en el tema en cuestión.

Sin embargo, cualquiera que sea la opinión de uno sobre los maestros, debe quedar claro que no tienen el derecho de privar a nuestros hijos de la escolarización para lograr el objetivo deseado. Es comprensible que muchos de los docentes, al igual que los niños que educan, también son víctimas de la misma enfermedad: la burocracia de la educación colombiana y el monopolio del Estado sobre ella. Por lo tanto, para ofrecer un «salario digno» a los maestros, como tan a menudo escuchamos en toda plaza donde Petro realiza sus manifestaciones de campaña, debemos eliminar el enfoque de pañitos de agua tibia que significa un mayor gasto en educación y en su lugar apuntar al gobierno.

De hecho, la mayoría de todos los billones invertidos en educación año tras año casi nunca llegan al aula de clases. En los últimos 20 años, hemos sido testigos de cómo los puestos administrativos de los colegios públicos aumentaron hasta cinco veces más que la población estudiantil y el doble que la de los maestros. Esta tendencia nos sirve para explicar por qué, a pesar del nada despreciable gasto en las escuelas públicas de las 2 últimas décadas, la educación de Colombia es un fracaso en comparación con el mundo desarrollado.

De manera similar, los salarios de los maestros apenas recibieron incentivos en comparación con los incrementos de horas de trabajo coincidiendo con los tiempos en los que el gasto en educación incremento un 5,8% para 2018. La evidencia sugiere que el problema no es la falta de recursos, sino la falta de una asignación adecuada de los mismos. Al inundar el sistema con administradores y puestos no educativos, hemos permitido la implacable imposición de regulaciones que desvían dinero a la burocracia y lo alejan de los colegios que lo necesitan.



Es conocido en la sociedad colombiana el discurso sobre qué tan codiciosos son los empresarios privados, y que a estos no se les deberían reducir los impuestos, La Pulla de El Espectador y su canal en Youtube es claro ejemplo de esa crítica inconstructiva, pero, ¿Por qué María Paulina Baena nunca se preocupa por la codicia cuando surge en el sector público?.


La Junta directiva del sindicato de maestros y maestras del Valle del Cauca, compuesta mayoritariamente por mujeres decide apoyar mi candidatura.
pic.twitter.com/xfHCO7OXCK

— Gustavo Petro (@petrogustavo) 28 de abril de 2018

Los sindicatos de maestros como FECODE y la burocracia tienen la educación de Colombia en un cuello de botella, y si queremos tomar en serio el apoyo a nuestros maestros sin dejar de brindarle una educación de calidad a nuestros niños, tenemos que eliminar completamente a estas amenazas del panorama educacional. No debe existir una autoridad constitucional para que el Gobierno de la República participe en la educación, y nuestro mensaje conciso debe ser el abandono de todo aspecto de La constitución que favorezca la intervención política en ella. Debemos cambiar a un plano donde la libertad sea la que prime en el tema de los maestros.

Al eliminar al gobierno del problema, descentralizaríamos y desregularíamos el sistema educativo. Este enfoque de llevar la educación a cada ciudad y municipio promoviendo la elección de escuelas a través de sistemas de bonos, como Milton Friedman propuso en su ensayo “El papel del gobierno en la educación” 1955, a su vez, promovería la responsabilidad de los padres en quien eligen para enseñar a sus hijos.

Esto contrasta fuertemente con nuestro sistema actual donde, en efecto, hemos reemplazado al padre por políticos como Petro y a la comunidad local con un Estado que la asfixia. Ni siquiera nos debería sorprender que la educación haya llegado a este punto. Tampoco deberíamos creer lo que el candidato progresista miembro del Foro de Sao Paulo grita en sus manifestaciones, su propuesta es el camino hacia el desastre, todas y cada una de sus acciones van encaminadas a intensificar eso que directamente le hace más daño a la educación.


No es el político sentado en su despacho el que sufre cuando los administrativos en los colegios saturan sus bolsillos con gran parte del gasto en educación, ni cuando los docentes se declaran en huelga como resultado. En cambio, nuestros estudiantes y profesores pagan el precio.

Nunca deja de sorprenderme cómo el gobierno puede ser responsable de todos los desastrosos resultados de un sistema (educación en este caso) pero, no obstante, exigimos que esta misma institución solucione el problema por el que es responsable. Como este enfoque es tremendamente inefectivo, es hora de que le quitemos al gobierno el monopolio de la educación y le demos una oportunidad al libre mercado.

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