Monja se ofrece como sacrificio para proteger a niños en Birmania
En el desarrollo de una protesta en Myitkyina, ciudad del estado de Kachin (Birmania), una monja católica imploró de rodillas a fuerzas de seguridad estatales que le dispararan a ella para intentar salvar a unos niños presentes.
Una icónica imagen recorre el mundo mientras ablanda los corazones de todas las personas: una monja católica arodillada frente a policías en Myitkyina, una ciudad de Birmania. La foto por sí misma no lo hace todo, sino el contexto, pues la hermana Ann Rose Nu Tawng les ofrece su vida a cambio de la integridad de jóvenes manifestantes. ‘‘Me arrodillé rogándoles que no dispararan y torturaran a los niños, sino que me dispararan y me mataran’’ relató la monja hoy, reporta The Guardian. Reuters alcanzó a entrevistar a la monja por llamada telefónica, y la religiosa contó que también pidió compasión a los uniformados por todos los manifestantes. ‘‘Les rogué que no lastimaran a los manifestantes, sino que los trataran con amabilidad como miembros de la familia’’ contó la monja a la agencia. Su valentía fue despreciada, ya que al menos tres manifestantes murieron en esa jornada de protestas.
A nun went down on her knees in front of policemen in a northern Myanmar town and pleaded with them to stop shooting protesters against last month’s coup https://t.co/k3TwNAB0DI 1/4 pic.twitter.com/9PASCUvTTo
— Reuters (@Reuters) March 9, 2021
A los tres muertos de ayer se les suman 38 del miércoles pasado junto a otros 18 del sábado antepasado, totalizando 59 fallecidos por represión. No bastando, se estima la detención de 1200 manifestantes desde que ocurrió el golpe de Estado en Birmania el pasado 1 de Febrero. Se reportan, además, continuos apagones informático para evitar que se generen noticias y que tanto nacionales como extranjeros se informen. La junta militar que dio el golpe de Estado incluso revocó licencias a 35 periodistas de los cinco medios independientes más prominentes del país. Mientras pasan los días, las personas protestan no solo por el simple derrocamiento de la última líder civil, sino por la transición al totalitarismo. La monja, que defendía a estas personas, dijo que vio que la cabeza de un niño había explotado y había un río de sangre en la calle, evocando su respuesta ante la impasibilidad tirana.