Nueva investigación reafirma que el salario mínimo sí reduce el empleo
Un nuevo paper publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica encontró que más de 50 estudios proveen evidencia sobre la relación negativa entre salario mínimo y empleo, poniendo en duda definitiva (otra vez) los argumentos a favor de las compensaciones mínimas y el programa económico de Biden.

Joe Biden está impulsando un salario mínimo federal de $15 en su amplio paquete de ayuda por COVID-19 de $1.9 billones, y la política solo está ganando fuerza en los círculos progresistas. Pero una investigación recientemente publicada derrumba el principal argumento que hacen los economistas progresistas defendiendo los aumentos del salario mínimo. Este paper publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica examina el cuerpo de investigación económica sobre aumentos del salario mínimo… Y termina refutando la afirmación de que los datos empíricos no muestran ningún impacto de los aumentos en los aumentos del salario mínimo. Los autores revisaron que en todos sobre el tema que revisaron, hay una «clara preponderancia» de hallazgos que muestran un impacto destructor de empleos. Para ello, analizaron 66 estudios de los cuáles el 79.3% indica que el salario mínimo tiene un impacto negativo.
La documentación de la pérdida de empleo es aún más pronunciada para los adolescentes, los adultos jóvenes y los menos educados. «[El] conjunto de evidencia y sus conclusiones apuntan fuertemente hacia los efectos negativos de los salarios mínimos en el empleo de trabajadores menos calificados. Especialmente para los tipos de estudios que se esperaría que revelaran estos efectos negativos en el empleo con mayor claridad», escribieron los economistas David Neumark y Peter Shirley. Esta investigación es una refutación directa a uno de los argumentos a favor del aumento del salario mínimo más populares ofrecidos por los economistas progresistas. Rara vez se involucran directamente con la teoría acorazada de la oferta y la demanda en los mercados laborales competitivos que demuestra que el salario mínimo causa desempleo, al igual que cualquier otro piso de precios crea excedente.
Evidencia sobre el salario mínimo: ¿Qué nos dice?
Muchos defensores del salario mínimo se ocultan bajo el empirismo y dicen que «los datos» no muestran que tenga algún impacto. «Simplemente no hay evidencia de que aumentar el salario mínimo cueste puestos de trabajo. Al menos no la hay cuando el punto de partida es tan bajo como en los Estados Unidos modernos», argumenta el economista convertido en columnista izquierdista del New York Times, Paul Krugman. (Revirtiendo, claro, su propia posición anterior). De manera similar, la economista y ex presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, cambió recientemente su posición anterior durante una audiencia de confirmación de su puesto político como secretaria del Tesoro de la administración Biden. Ahora, ella argumenta que la investigación sugiere un impacto ‘‘mínimo” en el empleo de los aumentos del salario mínimo.

El mismo argumento prevalece en gran parte del mundo académico más visible. «La última década fue testigo de una gran cantidad de investigaciones académicas rigurosas sobre el efecto de los aumentos del salario mínimo en el empleo. El peso de la evidencia muestra que los modestos aumentos anteriores del salario mínimo tuvieron poco o ningún efecto negativo en el empleo de los trabajadores con salarios bajos» se lee en una carta firmada por destacados economistas (entre los que se encuentran Daron Acemoglu y Angus Deaton) a favor del salario mínimo en 2019. Pero esta nueva investigación, después de examinar el campo de la evidencia empírica, demuele totalmente estos alegatos. Dice que, para llegar a las conclusiones de estos economistas, hay que «descartar o ignorar la mayor parte de la evidencia».
Conclusión: no se puede escapar de los efectos
Cuando el gobierno impone un precio por la mano de obra (salario mínimo) que excede la tasa mercantil, los empleadores comprarán menos mano de obra. Es como si los consumidores compraran menos refrescos si el gobierno ordenara arbitrariamente precios más altos de lo que realmente vale. De hecho, ese es el punto exacto de los «impuestos a los refrescos» aprobados en nombre de la salud pública: reducen el consumo de refrescos.
Lo mismo sucede con el trabajo. Los afortunados trabajadores que terminan siendo capaces de mantener sus puestos de trabajo pueden beneficiarse del salario artificialmente alto, pero muchos otros no encontrarán trabajo en absoluto. En lo que respecta al salario mínimo federal de $15, la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que eliminaría entre 1.3 y 3.7 millones de puestos de trabajo en total.
Esto fue antes de la pandemia de COVID-19. Los despidos probablemente serían mucho peores ahora, con tantas empresas que están al borde del colapso en medio de cuarentenas y una economía en apuros. Ninguna cantidad de retorcimiento empírico puede eliminar la realidad de los efectos. Los defensores del salario mínimo entierran la cabeza en la arena para argumentar que simplemente se puede aprobar una ley que milagrosamente haga a todos más ricos sin ninguna consecuencia. No puedes.
«No hay soluciones, solo hay compensaciones», observó una vez el economista Thomas Sowell. «Tratas de obtener la mejor compensación que puedes conseguir, eso es todo lo que puedes esperar» apuntó. «La economía te enseña que tomar una decisión significa renunciar a algo» explicó de forma similar el economista Russ Roberts. La pérdida de puestos de trabajo que trae el salario mínimo es una realidad económica fundamental. Esta última investigación ofrece otro recordatorio: no importa cuánto se involucren los progresistas, no hay válvulas de escape en las políticas públicas.