Las regulaciones en España se han incrementado un 500%
Un informe del Banco de España ha encontrado que el número de regulaciones en España es realmente alarmante.
Este mes, el Banco de España ha sacado un informe titulado «¿Cómo afecta la complejidad de la regulación a la demografía empresarial? Evidencia para España» con autoría de los economistas Juan Mora-Sanguinetti y Ricardo Pérez-Valls. Este informe detalla escabrosas cifras que ya han sido analizadas por el economista y abogado Juan Ramón Rallo. Esto da un panorama quizá deducible, pero impensable hasta esos puntos con las regulaciones en España.
De forma impactante, se revela un dato esencialmente espeluznante: La producción normativa (creación de nuevas leyes) ha pasado de 3012 normas anuales en 1979 a 11737 en 2018. Ello incrementa la proporción de normas expedidas anuales por todos los niveles administrativos (nacional, regional y local) por casi cuatro veces (3.86 veces). Pero eso no es lo peor de lo que ha pasado con las regulaciones en España…
¿Qué está ocurriendo con las regulaciones en España?
A este fenómeno, Rallo lo ha llamado «diarrea legislativa». Después de 1979 (caída de la dictadura franquista) se crearon 364.267 nuevas normas en total hasta 2018. En total, desde 1950 se han creado 423.838 normas, lo que implica que antes de 1979 se habían creado 59571. Esto, a su vez, significa que desde 1979 hasta 2018 el número total de normas al que se enfrentan la personas naturales y empresas en territorio español se han incrementado en un 511%. Efectivamente, nada más ni nada menos que por 6 veces
En 1979, la administración central —producto de la centralización política— generaba el 88.6% de las nuevas normas mientras que las autonomías generaban el 11.3%. Actualmente, el 71.8% provienen de las administraciones autonómicas y el 14.7% vienen de la administración central, invirtiéndose los pesos. Esto significa que mientras que las autonomías generaban 340 normas anuales en 1979, actualmente generan unas 8427 normas al año, aumentando de forma absoluta 24.7 veces el número de regulaciones en España de forma autonómica.
Del mismo modo que con las Autonomías, las Provincias también han incrementado su peso relativo y absoluto. En 1979, al las Autonomías y la administración central producir el 88.6% + el 11.3% de todas las nuevas normas, las localidades solo producían el 0.01%. Como ahora la administración central y las autonomías producen el 71.8% + 14.7%, las localidades producen el 13.5% de las nuevas normas.
Mientras que las autonomías habrían ganado un peso relativo del 6.3 veces, ya el incremento del peso de localidades va por miles de veces. Si nos vamos al peso absoluto, mientras que en 1979 solo creaban apenas una norma cada tres años, ahora aprueban 1584 cada año, unas 4753 cada tres años. Esta explosión regulatoria o diarrea legislativa ha traído consecuencias negativas.
Las consecuencias
Dos hallazgos encontrados [págs. 20 – 23 y págs. 29 – 30] por los economistas y expuestos en el informe fueron los siguientes. Primeramente, un incremento del 1% en el volumen de regulación está relacionado con un 0,05% menos empresas en promedio. Aquellas empresas más afectadas son las sociedades de responsabilidad limitada. Se ven mermadas en un 0.12% [140% encima del promedio] por cada 1% de aumento en el volumen regulatorio. Este mismo incremento del 1% en la regulación está relacionado con un 0.06% más de personas físicas con actividad empresarial.
Las personas físicas con actividad empresarial es lo que conocemos como autónomos. El incremento de regulaciones no solamente impide la entrada de nuevas empresas, sino que también impide su crecimiento por la complejidad para su operación. Según los autores esto crea incentivos para mantener a las empresas en un tamaño subóptimo en términos de productividad debido a las trabas fiscales, administrativas u organizativas. O sea: las regulaciones producen una desintegración del cuerpo empresarial.
Esto no sería raro, porque también para crecer se necesita más capital y para crecer más rápido se necesita mayor inversión inicial o capital de entrada. Ahí viene la segunda parte. La regulación también tiene efectos negativos sobre el capital de entrada que son, de hecho, mucho mayores [entre 15 y 36 veces más grandes]. Mientras que un incremento del 1% en la regulación causaría una disminución de entre el 0.05% y el 0.12% en las empresas entrantes, este mismo incremento de la regulación causaría una reducción de entre el 1.4% y el 1.8% en el capital de las nuevas empresas. Las regulaciones, por ende, estarían reduciendo también la inversión primaria de las empresas. Sin embargo, este no es el primer estudio que demuestra la existencia de efectos negativos de la regulación sobre la economía.
El antecedente a las regulaciones españolas: Estados Unidos
Hace un año, el economista Juan Ramón Rallo publicó su artículo «Las regulaciones y los ‘lobbies’ están matando al capitalismo». En él encontramos el análisis y estudio precedente a lo que se mostrará en el artículo de hoy. Un estudio llevado a cabo por los economistas Thomas Philippon y Gustavo Gutiérrez y publicado por el National Bureau For Economic Research titulado «The Failure of Free Entry» encontró cosas interesantes.
Este estudio empírico logró demostrar que primero, la disminución en la entrada de nuevas empresas no respondía a la creación de economías de escala en las empresas. En concreto, la elasticidad Q de Tobin en Estados Unidos ante el nivel de entrada de empresas ha caído a cerca de 0. De forma sencilla, esto significa que aunque los beneficios existentes en un mercado crezcan y por tanto sea llamativo para las empresas entrar, ya no se tiende a entrar nuevas empresas en una industria X a pesar de que exista mucho dinero para ganar [p.10].
Lo otro es que los retornos a escala no han incrementado mucho, solo lo han hecho entre un 6% y 8% desde 1965 hasta 2010. Esto quiere decir que la productividad de una empresa en relación a los factores de entrada necesarios para generar esa productividad han incrementado entre un 6% y un 8% de forma agregada. En promedio, en realidad habría caído desde 1965 a 2010. Los retornos no se han acrecentado tan increíblemente como para que las grandes empresas se agiganten tanto…Creer que una empresa se puede volver gigantesca de forma permanente y que a más grande, más retornos, se vuelve falso.
Consecuencias en Estados Unidos
Por el contrario de lo que los anticapitalistas suelen decir, las compañías más grandes no aplastan a las más pequeñas por sus incrementos de productividad debido a su mayor captación de renta precisamente por ser más grandes. Ningún modelo respondió a ello, de ahí que lo único que haya podido explicar todo haya sido un solo factor: las regulaciones. Tal vez una empresa no se pueda volver lo suficientemente grande para utilizar su capital y echar a la competencia por su propia inercia… Pero sí puede volverse lo suficientemente grande para utilizar el lobby como herramienta para incrementar los costes de entrada. O sea, que las empresas más grandes pueden afrontar regulaciones y forzar su aparición para echar a las pequeñas.
En el cuadro se encontrará que tiene todo el sentido del mundo. Los resultados de las regresiones mostrarían que tal incremento en el volumen de las regulaciones disminuiría en cerca de un 10% el número de entrada de nuevas empresas. Pero, la acción de lobby y su interacción con las regulaciones aumentaría la destrucción en el número de empresas nuevas más todavía. De hecho, lo haría hasta en un 15%. Por tanto, España no es un caso aislado, sino que es otro caso ejemplar que demuestra cómo las regulaciones destruyen la creación de empresas aún existiendo condiciones naturales óptimas para que entren.