Lo hace de nuevo: Robledo protegiendo a los lobbies de la industria textil
Aunque la industria textil no aporta más del 0.9% del PIB y el 0.6% del empleo, Robledo los defiende incluso por encima de los consumidores.
Hace poco, Jorge Robledo apoyó la expulsión de Uber de Colombia porque, según él, empeoraba la movilidad. Parece estar por defecto en contra de los consumidores, puesto que ahora se está oponiendo a la apertura comercial para competir con la industria textil china. El senador colombiano considera que es: «Otro ataque de Iván Duque y de los importadores a la producción y al trabajo nacionales en el sector textil-confecciones». En el video dijo que era «una falta gravísima para el empleo y la creación de riqueza en Colombia».
Otro ataque de @IvanDuque y de los importadores a la producción y al trabajo nacionales en el sector textil-confecciones. Otra razón más para unirnos en la defensa del interés nacional. pic.twitter.com/yIoWXja4fK
— Jorge Robledo (@JERobledo) January 30, 2020
Es sumamente hipócrita hacer lobby por grupos empresariales del Estado y querer protegerlos. Ello porque la mayor parte del pueblo es trabajador o está empleado en otra área, pero todos necesitamos comprar ropa. Es más conveniente defender la soberanía del consumidor que defender ‘la industria nacional’, para mantener la propia coherencia en el discurso del senador izquierdista. Pero: ¿Y hasta qué punto es cierto esto?
Robledo obviamente no estudió economía
Si fuera un economista serio, no diría nada de lo que dijo en el video. Pero por algo es arquitecto y no economista. A efectos económicos, el discurso de proteger la industria nacional es puro discurso panfletario. El doctor en economía Juan Ramón Rallo, en su libro Una Revolución Liberal para España nos da dos razones centrales por las cuales el proteger la industria nacional es estúpido.
1. Estas medidas se toman para compensar desventajas competitivas que tiene una industria. Esto es: se utiliza para salvar a las empresas ineficientes y evitar que lleguen otras más eficientes a través del a creación de una telaraña protectora que privilegia al incompetente. Esto deja a los consumidores a merced de los empresarios prebendarios y a productos de baja calidad a precios inferiores. En palabras del economista »Son los contribuyentes, en su papel de consumidores o inversores, quienes deben decidir si los bienes y servicios que les ofrecen los distintos planes empresariales son merecedores, o no, de su capital. Si lo son, el Estado será innecesario para hacerles llegar esos fondos». En este caso, su permanencia se debe decidir por los consumidores.
2. Esto revienta el dinamismo intrínseco del capitalismo. En el artículo de Rallo Las regulaciones y los lobbies están matando al capitalismo se pone de manifiesto que estas regulaciones atrofian a la competencia. Si Robledo argumenta que hay que ayudar a la industria nacional evitando competencia, no creo que se oponga a ayudarla de otros modos a través de subsidios. Esto hace que efectivamente exista la mayor hipocresía que he visto de este senador: Se queja de la ‘competencia desleal’ de Uber PERO favorece la competencia desleal del as empresas domésticas.
Más bien, quiere debilitar al sector nacional
Otra problemática documentada históricamente del fallo de las estúpidas proposiciones de Robledo es la debilitación de los agentes nacionales. Al carecer de competencia, se extingue el ambiente de presión que los obliga a ejecutar la función empresarial. De este último paso, tienen que mejorar varias características en sus relaciones industriales, administración de recursos, logística y ventas para poder ganarle a la competencia o mantenerse con una cuota inferior, pero vendiendo al fin y al cabo. Esto que propone Robledo ya se habría aplicado en el país vecino Venezuela desde 1961, que se aceleró en 1974 con el presidente Carlos Andrés Pérez (I) y que explotó en 1980 con caídas gigantes de la productividad.
La economista Catalina Banko señala en el trabajo La economía venezolana en el siglo XX: Perspectiva Sectorial que la sustitución de importaciones trajo un debilitamiento de la estructura empresarial. Argumentó que el proteccionismo estatal contribuyó a crear fragilidades, dada la ausencia de la competencia. Esto porque sin el ala protectora del Estado, el sector empresarial no sabía cómo competir ante el mundo. Obviamente, el proteccionismo es una cualidad inmanente a las restricciones de importación. Si vemos la gráfica, notaremos que a partir de la aceleración de la ‘defensa de la industria nacional’ (1974 – 1979) la productividad se destruyó. Esto se consiguió a través del mismo método que quiere Robledo para Colombia. Pero… ¿Esto quieren ustedes para Colombia?
Miente
Lo otro es que es estúpido alarmarse de forma tan exagerada por la competencia hacia la industria textil. Bien conocemos que todos necesitamos textiles, pero no todos trabajan directamente en el sector textil ni generamos ingresos por él. Del 99.1% de la riqueza generada por Colombia no proviene del sector textil y costurero. La razón es que la manufactura apenas genera el 12.2% del PIB, y a su vez, la textilería solo genera el 7.22% del valor añadido en textilería. Eso lleva a que la textilería contribuya al PIB apenas un 0.88% de acuerdo al Banco Mundial.
Así mismo, la OIT reporta que existen 22.365.000 de empleados en la economía. De esos 22 millones 365 mil, solo 126 mil personas trabajan en la manufactura de textiles. Esto da como resultado que nada más el 0.56% del empleo directo se forme en esa industria. Si fuéramos generosos con Robledo y a eso le sumamos la manufactura directa de vestimenta y tintorería de pelaje + el teñido de cuero junto con la manufactura de bolsos, zapatos y arneses, tendríamos un total de 779.1 mil personas. Las 779.1 mil personas son el 3.48% del empleo total, siendo MUY generosos y extendiendo la queja de Robledo a todo lo anterior mencionado. Entonces… ¿Qué representa más el interés nacional?
1. Las necesidades de más de 49 millones de consumidores y el derecho a adquirir productos más baratos
2. La protección de empresarios prebendarios y empresas ineficientes que aportan el 0.88 de la riqueza y COMO MUCHO el 3.4% del empleo. Que, bajo su propia lógica colectivista y espuria del nacionalismo retrechero y rancio, son una ‘minoría’. Como no les dolió exterminar a Uber y con ello 90.000 empleos, ¿cuál es la diferencia ética con el estimado de 126 mil? Ni cuantitativamente se ve, y a lo mucho, sería con 779 mil pero con el mismo trasfondo moral.
Y es un hipócrita también
Definitivamente, estas personas no tienen escrúpulos y una vez más han demostrado ser ineptos. Esta vez volvió a tocar Robledo, alguien que desde luego ya ha demostrado que no le interesa el pueblo, sino que no le toquen sus intereses. Igualmente no nos podemos esperar mucho, si no puede ni siquiera mantener algo de coherencia…
Dice defender al pueblo, pero luego sacrifica los intereses del 99% de la población por defender al 0.0001% de los productores textiles y a los empleados que dirigen. Empleados que de la población, son como mínimo el 0.253%, y que COMO MUCHO y extradimensionando adrede esto para encajar el peor escenario que pueda imaginar Robledo, el 1.46% de la población.
El colectivismo contradice a Robledo. El individualismo nos dice que mientras se pierden empleos en Colombia, se generan más en China y les suben los salarios a personas pobres que lo necesitan y que lo merecen por el mero hecho de ser personas y no por pertenecer a un pedazo de tierra dominado por una estructura estatal, coercitiva y violenta u otro. Encima que antes había dicho que Uber era una empresa que tenía que atenerse al ordenamiento jurídico colombiano y a lo que dice la ley. Pero ahora que la ley ha permitido importar de manera un poco menos compleja, Robledo se queja de la ley que antes decía defender. ¿Qué excusa buscará Robledo ahora? Veámoslo en el próximo capítulo.