El socialismo hizo de la carne un producto de lujo en Argentina
El socialismo se ha cobrado una víctima más en Argentina, las carnicerías tradicionales que ven como sus negocios se derrumban por los altos precios.
Los terribles aumentos en los cortes de res superan la inflación, esto ha obligado a los consumidores argentinos a cambiar drásticamente sus habitos alimenticios.
Hoy en día, en el otrora país productor por excelencia de carne, peligra la situación de las carnicerías de barrio que, con los aumentos de los servicios, ya no encuentran rentable el negocio.
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Un costillar, carne roja y jugosa, huesos blancos, relucientes. Es la escena perfecta para un amante del asado argentino, uno de los países de mayor consumo de alimentos bovinos, un producto propio de la cultura y el folclore gastronómico de la región de la Pampa argentina. La imagen está ahí, estática, en las fotos pegadas a la pared, porque en exhibición no hay ningún corte de res, solo pálidas piezas de pollo.
«Los vecinos dejaron de comprarnos, bajó un 60% del consumo. No se vende y yo tengo que dejar de comprar porque tengo miedo de que el excedente se pierda y endeudarme con el tipo que me trae la carne«, fueron las palabras de Raúl Deza propietario de una pequeña carnicería familiar en Buenos Aires en una entrevista con una agencia de noticias.
«Muy preocupados estamos porque no estamos vendiendo como deberíamos y con los impuestos que pagamos ya no es negocio», agrega el comerciante.
Raúl dice que desde hace unos meses su carnicería ha ido transformándose en pollería y almacén porque es lo que más pide la gente, y que su sostenibilidad depende de la clientela conformada por madres y padres de dos escuelas en la zona.
«Si en marzo (día en el que empiezan las clases) no mejoran las ventas, lamentablemente tendremos que cerrar», dice firmemente Raúl.
El socialismo está acabando con el negocio de la carne en Argentina
En un país que tuvo un 47,6% de inflación acumulada en 2018, la carne vacuna, un producto básico de la canasta alimenticia local, sufrió un aumento interanual en los precios del 49,5% entre enero de ese año y el de 2019, según un informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
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El informe también relevó que el consumo de 2018 fue de 56,7 kilogramos por habitante, por debajo de 2017 pero más alto que otros años de crisis como lo fueron 2016 y 2011.
En 2019 se espera otro año de caída consecutiva debido a la merma en el poder adquisitivo de los argentinos y los cambios en los hábitos alimenticios.
Todo es evidente cuando Ulises Forte, director del IPCVA dice que «El mercado se ha encargado de poner las cosas en su sitio», y aunque dice que eso no siempre sirve. Es un ejemplo claro de por qué la planificación central del gobierno es mucho más dañina para el mercado que dejar que este siga su curso.
Sin embargo el director del organismo estatal, nunca se dispone a hacer autocrítica y siempre busca excusas como decir que el aumento se debe a que hay escasez de oferta debido a inundaciones y sequías de los últimos dos años producto del cambio climático,
Forte deja como secundario el hecho de que el incremento de precio es causado por el gran incremento de los costos de toda la cadena de producción, desde la cría hasta el punto de venta. No precisamente por el cambio climático, sino porque Argentina tiene la tasa impositiva más alta del mundo.
Un productor productor agropecuario y miembro de la Federación Agraria Argentina (FAA) dice que «Hay que tener cuidado, porque lo que arranca por una cuestión económica se puede transformar en cultural, y de ahí no hay retorno».
Con respecto a la situación crítica que viven los pequeños comercios vendedores de carne, el titular de la cámara empresarial resalta que para mantenerse a flote toda carnicería «tiene que vender más de 100 kilos de carne por día».
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Hasta hace poco, la polémica que involucraba al asado en Argentina era si hacerlo con leña o carbón. Hoy, es la mera posibilidad de comprar la carne.