HRW confirma que China ejerce represión sistemática contra los uigures
Detención en campos de concentración, esterilización forzada, asesinatos, secuestros, desapariciones y otros crímenes de lesa humanidad es lo soportan los uigures por parte del gobierno chino según un informe colaborativo de Human Rights Watch con la Universidad de Stanford.
Quizás hayas escuchado o leído, aunque fuera de forma vaga, sobre la novela 1984 de George Orwell, una crítica original al autoritarismo soviético. Mucha gente, principalmente en redes sociales, cree que nuestra era se acerca a esa realidad mientras corporaciones y gobiernos acumulan más información privada. Puede ser discutible si nos acercamos o no a la realidad retratada por Orwell, pero nadie dice que estamos realmente en 1984. Ahora imagina que existen segmentos de la población justo ahora que viven aún peor que en esa distópica realidad provista al público en 1949. Se vive en el noroeste de China, en una provincia llamada Xinjiang, y lo viven etnias de musulmanes turcos, principalmente los uigures. Muchos (aproximadamente 1.8 millones) fueron llevados a campos de concentración para ser «reeducados». Otros que no están apresados sí viven en 1984.
Human Rights Watch (HRW), organización insigne defensora de los derechos humanos alrededor del mundo, publicó un informe titulado «Rompe su linaje, rompe sus raíces» en colaboración con la Clínica de Resolución de Conflictos y Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Stanford. Si bien no brindan estadísticas profundas sobre lo que sucede con los uigures, kazajos y kirguises en China, sí evidencian por qué son víctimas. Ya existen trabajos consolidados de años, como los del antropólogo Adrian Zenz, que muestran hasta dónde y cuánto los uigures sufren la represión. Bien, los uigures y otras etnias turco-musulmanas son víctimas, pero no cualquier clase de víctimas. Sufren —específicamente y de acuerdo a lo probado por HRW y los juristas de Stanford— el calvario de ser damnificados por crímenes de lesa humanidad.
Uigures, decir «persecución» se queda corto
El reporte documenta privaciones de libertad, persecución por motivos étnicos y religiosos, desaparición forzada, tortura, asesinato, trabajo forzoso y violencia sexual. Lo más conocido en cuanto a este último y aberrante crimen son las esterilizaciones forzadas para reducir la natalidad endémica de estos grupos étnicos. Associated Press (AP) publicó un artículo a mediados del año pasado donde mostraba las cifras de lo que está pasando en Xijiang.
Hasta donde llegan los datos, en las áreas de Hotan y Kashgar (mayoritariamente uigures) la tasa de natalidad cayó un 60% entre 2015 y 2018. En Kashgar el 92.02% de la población es uigur, mientras que en Hotan lo era el 89.30% según el último censo de 2015. En toda la región de Xinjiang, que es un 46.1% uigur, y la tasa de natalidad cayó un 24% mientras que, a nivel nacional, la natalidad solo cayó 4.2%.
Eso quiere decir que en donde hay más uigures, la natalidad cae hasta 14.2 veces más profundo que el promedio de la China continental. Una mujer kazaja llamada Gulnar Omirzakh (entrevistada por AP) dijo entre lágrimas que el gobierno chino ‘‘quiere destruirlos como pueblo’’. Para HRW y Stanford este es efectivamente el objetivo del gobierno de Xi Jinping con los crímenes de lesa humanidad que comete contra las etnias.
‘‘El objetivo aparente del gobierno chino al crear los campamentos es la eliminación de la cultura y religión musulmanas-túrquicas’’ subrayó el informe. Lo que ocurre es un «genocidio demográfico» que es considerado como un genocidio verdadero por los Estados Unidos Canadá y la Unión Europea. Sistemáticamente se intenta reducir la prevalencia de las etnias túrquico-musulmanas para «asimilarlos» a la cultura china.
Eliminación cultural
Human Rights Watch señala que quienes han sido internados en campos de concentración (de 300 a 400 instalaciones) reciben educación política. Una vez dentro, los uigures son sometidos a torturas y otros malos tratos, adoctrinamiento cultural y político y trabajos forzados indican. Por este mismo motivo fue que Nike, Blueberry, Adidas y otras marcas dejaron de comprar algodón originario de la provincia de Xinjiang.
Un informe previo elaborado por el Australian Strategic Policy Institute (ASPI) indicaba que muchos uigures apresados son vendidos a empresas que ofrecen suministro a grandes minoristas y marcas de reconocimiento global. Las fábricas donde terminan las víctimas funcionan como cárceles, de acuerdo a las imágenes satelitales obtenidas por el ASPI. Antes de ser enviados a estas fábricas-cárceles donde son obligados a realizar trabajos forzados, los uigures recibían «educación» en centros de detención estatales.
El Consorcio Internacional de Periodistas, organización que recibió información y planos filtrados en 2019, declaró de forma unánime que los uigures recibían un lavado de cerebro. No por nada al principio del informe de HRW y Stanford hay una cita que más bien resume los principios aplicados por China sobre las etnias perseguidas. ‘‘Rompes su linaje, rompes sus raíces, rompes sus conexiones y rompes sus orígenes’’ escribió Maisumujiang Maimuer (funcionario de asuntos religiosos) en 2017. Basado en las estadísticas recolectadas por AP en base al Xinjiang Statistical Yearbook 2019, vemos algo macabro: las esterilizaciones aumentaron dramáticamente.
Blancos del autoritarismo y de los bajos instintos
Desde 2014, las tasas de esterilizaciones en Xijiang pasaron de 13.99 por cada 100.000 habitantes a 243.02 por cada 100.000 habitantes en 2018. Vemos un incremento del 1637% en cinco años, mientras que a nivel nacional las esterilizaciones bajaron de 120.54 a 32.78 por cada 100.000 personas. Es una cuestión de dos vías: en primer lugar, no es posible que el gobierno de china lo haga porque un control de población es necesario en Xijiang.
Sí, es conocida la política del hijo único por familia a nivel nacional para controlar el nivel de población, pero Xijiang apenas representa el 1.79% de la población china. Su participación es tan minúscula que en realidad el gobierno ha favorecido la inmigración para poblar… Pero de la etnia han, la «estándar» de China. Eso nos lleva al segundo punto: la tasa de esterilización es 7.4 veces mayor en Xijiang, ¿y por qué será?
‘‘Hay indicios de que estas políticas nacionales de control de la natalidad se han aplicado de forma más estricta que antes en Xinjiang […] debido a una preocupación manifiesta de que la resistencia a la política de planificación familiar es el resultado de la adhesión al extremismo religioso como un «virus ideológico» que el gobierno ha determinado necesita ser erradicado’’ subraya el informe.
Otra razón igual de turbia es que funcionarios estatales violan a las mujeres que terminan en los centros de detención, en solitario o colectivamente. Human Rights Watch destaca el caso de Tursunay Ziawudun, una mujer que duró nueve meses encerrada y fue violada por tres hombres durante su horrorosa estancia. Tanto ella como otras víctimas y testigos afirman que eran hombres trajeados que seleccionaban las mujeres que violarían y las llevaban a una «habitación oscura». Una vez ahí, las violaban en grupo, individualmente y usaban baquetas eléctricas.
La horrorosa situación de los uigures
Otros reportes apuntan a casos de humillación sexual donde los oficiales arrancaban el vello púbico de sus víctimas. Esas ansias del gobierno chino de controlar un sector de la población civil y aniquilar una cultura si es el costo de asimilarla van más allá de lo ideológico. Los casos documentados de violaciones no son estrictamente políticos porque también representan una liberación de los bajos instintos de los funcionarios. Ante esta situación, los uigures no solo están expuestos a su propia eliminación por los intereses autoritarios; también están expuestos al odio y al sadismo. De hecho, el informe dice que la búsqueda de la asimilación está impulsada ‘‘por el nacionalismo y en muchos casos la islamofobia dentro y fuera de China’’. Lo repulsiva de la situación provocó incluso que sectores de la izquierda comunista internacional critiquen los actos del gobierno chino.
Los uigures, aun sin haber hecho nada sospechoso, ni siquiera pueden estar en paz dentro de sus propios hogares. Un componente vital de la campaña de vigilancia masiva es que los funcionarios públicos duerman en las casas de los musulmanes-túrquicos. ¿Cuál es el objetivo? Obviamente tener vista de primera mano sobre lo que hacen las familias diferentes en China, pero ellos lo justifican diciendo que promueven la «unidad étnica». A esa campaña le llaman «Becoming Families» o «Convirtiéndonos en Familias». Para ser encarcelado no debes hacer mucho tampoco. ‘‘Los funcionarios chinos han ordenado a las autoridades locales que reconozcan a los familiares de los detenidos que sus seres queridos no son delincuentes sino que están detenidos por su propio bien porque han sido infectados por pensamientos malsanos’’ señala el reporte citando documentos filtrados. Como entenderás, no puedes tener tus propias creencias porque te encarcelan.
Abusos de poder y familias separadas
Casi cualquier cosa sirve como excusa para ser detenido si eres un uigur, un kazajo o un kirguiz en China. Puedes ser detenido si tienes conexiones con el extranjero, si realizas peregrinaciones, solicitas pasaportes, te comunicas con cualquier persona que esté en el extranjero o incluso viajar dentro del territorio chino. ‘‘Varios musulmanes turcos en Qaraqash han sido detenidos por desplazarse dentro de China o por comunicarse con personas fuera del condado’’ señala HRW. Esto margina totalmente a las etnias túrquico-musulmanas, y les quita la identidad porque sus miembros no pueden expresar su confesión. Como si no fuera suficiente, los funcionarios también realizan detenciones por ayunar, orar, asistir a eventos o ceremonias religiosas. Tanta es la represión que ni siquiera dejan usar pañuelos en la cabeza o tener barba.
Siendo que básicamente cualquier cosa puede llevar a alguien de estas etnias a prisión, actualmente ocurre un proceso gigante de separación familiar. Según el informe de Human Rights Watch y Stanford, todos los uigures entrevistados afirman que la mitad de su familia ha sido detenida por lo menos una vez. Muchos niños musulmanes turcos se han quedado sin padres debido a los encarcelamientos masivos indica. La persecución, al mismo tiempo, obliga a estas personas a migrar a otros países, lo que retroalimenta la persecución por requerir pasaportes y viajar. ‘‘El endurecimiento de los controles de pasaportes y los cruces fronterizos ha dejado a algunos niños varados en Xinjiang sin poder reunirse con sus padres, que se habían ido al extranjero’’ señala el informe. Ahí entra en escena el fenómeno de los niños «huérfanos» de Xijiang, producto de la persecución cultural.
Destruyendo las familias uigures
‘‘En otra práctica escalofriante, algunos niños túrquico-musulmanes cuyos padres fueron detenidos arbitrariamente son puestos en instituciones estatales como orfanatos, escuelas y pre-escolares revela’’’ el informe. Aun si los padres de los pequeños no fueron detenidos, igualmente son transferidos a estos orfanatos e internados de forma forzosa. Si no logran separar las familias arrestando a los padres por cualquier motivo (incluyendo arrestarlos porque tratan de evitar la represión), las separan así.
‘‘En algunos casos, las autoridades chinas han ordenado retirar a estos niños del cuidado de sus familias extendidas. En cambio, los transferirían a instituciones estatales sin el consentimiento de sus familiares’’ declara el documento. La orden de separación familiar nació en 2016 y fue dada por Chen Quanguo, secretario regional del Partido Comunista Chino.
Cada año que pasa el espacio de dormitorios en internados estatales en Xijiang se incrementa cada vez más, llegando a superar el 30% en 2019. Mientras tanto, en el resto de China solo crecía a menos del 5%. Tal dato refleja que en Xijiang se necesita una oferta de espacio cada vez mayor para albergar a los niños transferidos (o más bien, secuestrados).
The Economist, medio que tocó este asunto el año pasado, mostró que esto se aplica a los espacios en instituciones que aleccionan desde el primer al noveno grado. Cuando regresamos al reporte de Stanford y Human Rights Watch, todo se sigue poniendo peor. A estos niños que todavía tienen padres se les introduce en internados a tiempo completo. ‘‘Solo se les permite regresar a casa los fines de semana y días festivos, y los padres solo tienen visitas limitadas’’ asegura el reporte.
Una realidad de horror
Cuando aparece en los medios, el tema de los uigures suele ser tomado a la ligera porque no se piensa en todo lo que tienen que sufrir. Más allá de los campos de concentración, hay todo un procedimiento metódico y detallado de eliminación cultural, represión y sufrimiento con patrocinio estatal. Hay —como señala el mismo informe— personas que solo son detenidas arbitrariamente y ni siquiera son acusados de algún delito. Existen casos de personas encarceladas (como Nebihan Ghoja) por explicar ‘‘lo que es haram y halal’’, resultando condenado a 10 años de prisión. Otras, como Nurlan Pioner, son arrestadas y enjuiciadas por brindar enseñanzas religiosas. Hay personas que simplemente no hacen nada, pero tienen vínculos de parentesco con la «gente equivocada». Tan solo son familiares de activistas, periodistas, escritores o intelectuales que terminan instrumentalizados por el régimen chino para disuadir a sus críticos.
El régimen chino obliga a las personas a sembrar el autodesprecio y el rechazo por sus semejantes para estar «más cómodos». Así promueven y perpetúan el borrado cultural de todo un pueblo mientras derruyen la confianza del grupo. Human Rights Watch cita más documentos filtrados para demostrar que esto en realidad forma de una directriz interna que tiene como fin hacer que los individuos se desprendan de su identidad por ser «criminal». Imperativamente, las órdenes piden a los funcionarios que ‘‘promuevan el arrepentimiento y la confesión de los estudiantes para que comprendan profundamente la naturaleza ilegal, criminal y peligrosa de su comportamiento pasado’’. En este momento, mientras lees, China quiebra a millones de personas por ser quienes son, valiéndose del autoritarismo y dejando una lección: Quizás nunca es tarde para comprender por qué no se debe acumular tanto poder y que debemos compartir las historias de quienes no pueden.