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Joseph Stiglitz: El neoliberalismo ha sido un fracaso “en todas las dimensiones»

El premio Nobel de Economía dice que debemos adoptar un "capitalismo progresista" en donde los políticos sean los que tengan bajo su poder la economía.

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Según el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, estamos bajo una triple crisis, del capitalismo, el clima y los valores. Y según él, la culpa es de la creencia en los mercados, lo que llama neoliberalismo que se siguió desde el gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos.

Stiglitz, quien viajó desde Nueva York al Vaticano, para participar de un simposio sobre economía justa, conversó con el diario La Vanguardia sobre su nuevo libro, «Capitalismo progresista. La respuesta a la era del malestar», en el que carga contra Donald Trump​, que la clase media más potente del planeta no para de perder poder adquisitivo. Y dice que debemos «volver» a un capitalismo en el que los políticos controlen la economía.

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Stiglitz llegó a Nueva York desde el Vaticano y mantuvo una entrevista con el diario La Vanguardia. © Clarín.

Aquí hay unos fragmentos de la entrevista en el diario La Vanguardia:

¿Las cuatro décadas de revolución neoliberal, desde Reagan, han cumplido lo que prometían?

No, y la evidencia es muy sólida de que el crecimiento ha sido mucho más lento tras el inicio del reaganismo y el thatcherismo que antes. Y virtualmente todo ese crecimiento ha ido a la gente que está más arriba. Además, la crisis del 2008 mostró la inestabilidad del sistema. En todas las dimensiones, el neoliberalismo ha sido un fracaso.

¿Por qué ha fracasado?

El principal factor es que los mercados desregulados con frecuencia llevan a la explotación y la ineficiencia. Se logran beneficios pero no produciendo mejores bienes a mejores precios sino aprovechándose de otros, como se ha visto con los bancos. Y hay un fenómeno relacionado, que es subestimar la necesidad de acción colectiva. Muchos de los éxitos en investigación básica de ciencia y tecnología los financia el gobierno, y si cortas sus fondos, haces más lento el crecimiento. Lo vemos de manera extrema en EE.UU. ahora con Trump proponiendo recortar un tercio en el presupuesto de ciencia. El Congreso no lo ha permitido, pero se ve su falta de entendimiento de qué lleva al progreso.

De Trump dice que es como el reaganismo pero con esteroides.

(Ríe) Lo es. Reagan en su presupuesto de 1981 no se preocupó del déficit fiscal, lo que fue el inicio de grandes déficits. En 1986 intentó corregirlo, porque era evidente que rebajar los impuestos no había aumentado los ingresos como creía. En cambio, la irresponsabilidad de Trump en su recorte de impuestos del 2017 fue que ya sabía lo que iba a pasar. Y si Reagan bajó los impuestos a las corporaciones, Trump lo ha hecho mucho más. En lo que Reagan trató de ser razonable, aunque equivocado al seguir la economía de la oferta del neoliberalismo, Trump no ha tenido conciencia de ningún límite. También hay diferencias importantes. El reaganismo, el republicano estándar, cree en mercados libres. Trump, en el proteccionismo. Y Reagan no intentó la desinformación que parece el centro de la política de Trump. Por eso hablo de esteroides: está tomando todos los principios del estándar neoliberal, exacerbándolos y añadiendo ingredientes mucho peores que los republicanos tradicionales.

¿Ha hecho a Reagan mejor?

Con él, gente como Eisenhower parecen santos. Hasta Reagan parece mucho mejor, no nos habíamos dado cuenta de cómo de mal se podían poner las cosas. Incluso Nixon creó leyes medioambientales, como la del agua limpia. Trump es un negacionista del cambio climático y trata de empeorar el medioambiente a cualquier costo. Incluso cuando compañías como Ford dicen que podrían y querrían asumir estándares medioambientales más altos, él les dice que no deben. Es fenomenal. No sé si ha habido un caso así.

Más que un conservador, afirma, Trump es un revolucionario.

Está derrocando muchas normas básicas de la sociedad. El funcionamiento de la economía y la política se basa en reglas y convenciones como que el presidente es civilizado. Se basa en que funcionen las leyes, la separación de poderes, la burocracia independiente. Esas instituciones que hemos ayudado a crear durante 200 años para dar estabilidad a la sociedad y voz a la gente y contribuir a la eficiencia económica las está socavando.

¿Cuál es su objetivo?

En parte, no tiene ningún marco intelectual y es incapaz de trabajar con asesores: los razonables son despedidos o se van. Y todo presidente necesita gente con experiencia en gobernar y realizar proyectos productivos y creativos. Pero él viene del inmobiliario, un sector no precisamente creativo ni puntero, y en él era conocido por su mal comportamiento y sus bancarrotas, por aprovecharse de suministradores y trabajadores, por ser básicamente deshonesto. No es el empresario con el que negociarías, y por eso los bancos de EE.UU. lo rechazaban y de ahí su relación con el Deutsche Bank y los rusos. Tiene muy poco entendimiento y un narcisismo que le hace difícil ser aconsejado. Nadie esperaba que él fuera mejor de lo que es, pero sí que el partido republicano le controlara. Ese ha sido el gran chasco. Lo ha convertido en un partido para el nativismo populista extremo que divide a los estadounidenses. Trump no sólo no entiende qué se necesita para que la democracia funcione, sino que la mayoría de líderes tratan de crear cohesión social. En cambio, su voluntad es gobernar dividiendo el país.

Trump no tiene ningún marco intelectual y es incapaz de trabajar con asesores: los razonables son despedidos o se van.“

¿El «impeachment» fue justo?

Sin duda. El impeachment es que el Congreso lo acuse de delitos y faltas graves. Otra cuestión es la destitución. Y debería haber sido destituido, lo que hizo era inadmisible, pero el mismo liderazgo republicano que se ha entregado a él ha dicho que no iba a haber un juicio justo y ha decidido absolverlo sin siquiera escuchar pruebas no disponibles antes.

¿Los demócratas pueden derrotarlo?

Es aún posible. Hay ruido sobre las divisiones en el partido demócrata pero en sus objetivos son muy pequeñas, hay gran consenso en el control de armas, los derechos reproductivos de las mujeres, el salario mínimo, sanidad para todos, educación. Hay diferencias sobre el mejor camino para lograrlas. Y, sobre todo, Trump no ha cumplido, es otra mentira. La economía ha creado menos trabajos mensuales que en el segundo mandato de Obama. No ha mejorado a su némesis.

Vivimos un crecimiento lento sorprendente en una economía tan innovadora. ¿Por qué?

Tiene que ver con la desigualdad. Hemos invertido muy por debajo de lo necesario en investigación, educación e infraestructura porque el 1% más rico no quiere un gobierno que ponga impuestos más altos. Y además, cuando redistribuyes el dinero de la base a la cima y le das más dinero a los ricos, estos gastan menos parte de sus ingresos, con lo que disminuye el crecimiento.

Hemos invertido muy por debajo de lo necesario en investigación, educación e infraestructura porque el 1% más rico no quiere un gobierno que ponga impuestos más altos“.

¿La clase media cae por el neoliberalismo o la tecnología?

El problema de base es el neoliberalismo, el mercado sin restricción. La falta de una política adecuada ha contribuido a dar forma a la tecnología. Cualquiera que mire a lo deseable en términos de nuestras inversiones en I+D (investigación y desarrollo) diría que necesitamos hacer cosas que ayuden contra el cambio climático, no necesitamos innovación que trate de crear más desempleo, como ahora.

Pide un mayor papel del gobierno. ¿Cuál?

Necesitamos mejores regulaciones para proteger el medio ambiente y protegernos contra la explotación, contra el poder de mercado en toda una serie de áreas donde no funciona. Luego, más inversión pública en educación, infraestructura y tecnología. Hay que cambiar las reglas de la economía, que ahora socavan los derechos de los trabajadores, incrementan el poder de las corporaciones, permiten una polución excesiva y a los directivos extraer mucho dinero de las empresas. Necesitamos más acción colectiva.

¿La globalización tal y como se hizo fue un error?

Nuestros acuerdos comerciales están hechos en su mayor parte de manera sesgada a favor de las corporaciones y muchos necesitan cambiar. En cambio hay áreas en las que hacen falta más acuerdos, como la tasación de las multinacionales. A la vez, hemos de reconocer que la globalización ha ayudado a muchos países en desarrollo, como China e India, aunque ha herido algunos de los más pobres en África.

¿Qué responsabilidad tienen los economistas en lo sucedido?

Muchos economistas jóvenes están convencidos de que el camino de la profesión fue equivocado, hubo demasiada fe en los mercados, más basada en la ideología que en la ciencia económica. Por eso exploran nuevas áreas, como la economía del comportamiento. Para la gente que ha dedicado 40 años de vida al neoliberalismo es más difícil cambiar.

¿El mercado no será ya el rey?

Hay una desilusión real con los mercados. Por cómo se comportan las corporaciones: la industria farmacéutica y la crisis de los opioides, la industria alimentaria y la crisis de diabetes infantil, los bancos y la crisis financiera. Y que el capitalismo no haya funcionado para una gran franja de la sociedad, que la esperanza de vida en EE.UU. haya bajado, aumenta la desilusión. La idea de que el mercado es el rey ya no es verdad, sobre todo entre los jóvenes. Buscan otra forma de economía. Por eso escribí este libro.

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