¿Qué tan acertada es la frase ¡Los venezolanos nos quitan los trabajos!?
Muchos hacen la afirmación expresando preocupación por los trabajos supuestamente acaparados por los venezolanos inmigrantes, pero ¿qué tan cierto es esto?
Desde hace años y años, millones de “familias rotas” en América Latina subsisten con las remesas de sus miembros en el exterior, caso EE.UU. Pero allá hay ahora muchas trabas, y nuestras emigraciones, que aumentan, en tanto vamos de mal en peor, se “redirigen” ahora desde unos países de la región, por ej. Venezuela, a otros, por ej. Colombia, Perú o Chile. Hay ahora más quiebras de familias.
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Venezuela está en catástrofe. Otros países no están todavía así (aunque ese futuro no es descartable); pero los venezolanos y latinoamericanos siempre van hacia “el mal menor”, y a esos países se marchan, para encontrarse con oportunidades que también son escasas, y para colmo, surgen brotes de xenofobia en quienes se sienten “invadidos” por extranjeros que “¡nos quitan los empleos!”
El Marxismo clásico está vivo y fuerte por eso no hay empleos ni oportunidades
Y el mayor problema es la ceguera para ver los problemas de fondo. El más grande: la plena vigencia, en nuestras leyes e instituciones, de todas las ideas del Manifiesto Comunista de 1848; en especial los 10 puntos del “Programa Mínimo”, en su Capítulo II. Disponen la colectivización y estatización socialista en el campo, la industria, la banca, el trabajo y el comercio, el transporte y la educación. Si Ud. las revisa, una por una, todas esas medidas y políticas han sido aplicadas por casi todos los gobiernos, de todos los partidos, incluso militares, desde hace más de un siglo, con pocas excepciones, para leyes e instituciones mercantilistas. Se han visto y se ven como buenas, normales y corrientes, en textos legales y sentencias de tribunales, decretos y cláusulas constitucionales. Causan la mayor parte de nuestros males.
La plaga del Marxismo cultural
Para colmo de lo anterior, hoy tenemos el virulento ataque contra la vida, el matrimonio y la familia, procedente de los movimientos feministas radicales y LGBTI. Los “progresistas” atacan la industria, con renovados bríos. Los “multiculturalistas” embisten contra la globalización. Y los “Posmodernistas” la emprenden contra la verdad, la lógica, la razón, el lenguaje y el buen sentido. Todo esto es marxismo cultural, desatado con los albores del siglo XXI, para imponernos lo que irónicamente se conoce como “corrección política”; también son cortinas de humo para ocultar los problemas de fondo, creación del marxismo clásico.
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Ataduras internacionales
La ONU, Organización de las Naciones Unidas, dispone de más de 100 Agencias y estructuras burocráticas como la FAO, ONUDI, OIT, UNESCO, FMI y Banco Mundial, PNUD, FIDA, OMS; muchas de ellas están controladas de hecho por ONGs y grupos dirigidos por partidos políticos de peso. En sus oficinas se hacen los “consensos” que determinan Acuerdos, Tratados y Protocolos que luego en cada país se convierten en Leyes Malas. Por eso los países tenemos los mismos problemas: porque soportamos las mismas leyes dañinas, lesivas a nuestra prosperidad y bienestar.
A veces, Gobiernos responsables de países serios, soberanos de verdad, no firman muchos documentos, o los firman con “reservas”. Incluso algunas naciones, desarrolladas y emergentes, rehúsan integrarse a estos organismos, y obligarse de esta manera. En América Latina no es así; por eso nuestros países han perdido soberanía, desde hace tiempo. Su “devolución” también es necesaria, e imprescindible condición para lograr las Cinco Reformas.
Mayorías impotentes
Las luchas culturales, como las religiosas e ideológicas, no son en principio materia propia de los Gobiernos, limitados en funciones. A menos que se atente contra los derechos fundamentales a la vida, propiedad privada y libertad, son para los actores, grupos e instituciones privadas. Pero en los países de esta región, como en todo el mundo, las grandes “mayorías silenciosas” asisten impotentes ante los golpes del marxismo cultural, dirigidos por minorías ruidosas y activistas que controlan los Gobiernos, la prensa, la docencia, los gremios del arte y el espectáculo, y hasta no pocas Iglesias “cristianas”.
Las mayorías carecen de tiempo y recursos. Pero, ¿y a qué se debe esta falta? A los funestos y empobrecedores resultados de la aplicación inclemente de las recetas del marxismo clásico: por los impuestos excesivos, y las regulaciones arbitrarias que nos impiden hacer negocios, los apremios económicos nos obligan a largas y agotadoras jornadas de trabajo, para un nivel de vida muy exiguo. Y encima de eso, las explicaciones no son atendidas ni escuchadas, por la ignorancia general, salida de los “contenidos educativos” socialistas, redactados por maestros y profesores de izquierda, que periodistas de esa misma orientación nos repiten de modo constante, a diario.
Por Alberto Mansueti para MÁS Libertad.
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