Politóloga: ‘‘Venezuela no es socialista, es capitalista bodegonera’’
Benedicte Bull, una politóloga noruega, dice que la nación donde el lema estatal es «patria, socialismo o muerte» no es socialista, caracterizándola más bien como «capitalista bodegonera».
La realidad supera la ficción: una académica de la Universidad de Oslo argumentó en una entrevista con la BBC que Venezuela no es socialista. Es común que algunas personas sostengan esto, pero Patrice Bull, la politóloga en cuestión, dice que no solo no es socialista, sino que es capitalista bodegonera. Reconociendo incluso que no tiene datos ni puede atreverse a caracterizar firmemente la economía venezolana, Bull sostiene que Venezuela encaja en un término… Que ni siquiera existe. Hablamos del inventado y poco preciso «capitalismo bodegonero», usado tan negligentemente como el neoliberalismo, un término mal usado que está indefinido el 70% de las veces que se usa. Independientemente de estas falencias evidentes, Bull asegura que Venezuela no es socialista en lo absoluto, sino capitalista. ‘‘Venezuela no es un país socialista. Es un país con una economía capitalista bodegonera. La economía de los bodegones no son negocios del Estado’’ argumentó Bull.
Cuando se le preguntó por qué considera capitalistas a los bodegones, Bull argumentó que ‘‘existe la noción de que el gobierno en Venezuela es socialista. Pero lo que vemos ahora es que la economía que está emergiendo está basada principalmente en el principio de obtener ganancias’’ y, por tanto, el país ya es capitalista. A grandes rasgos, es obvio que la economía venezolana (ni la de ningún país) se compone exclusivamente de bodegones. Las dinámicas que tiene un sector en específico de tantos, en este caso la de la importación para el sector servicios, no representa al conjunto. Pensar lo contrario es caer en una simple falacia de generalización. Por eso, lo que ocurre con los bodegones no puede extrapolarse a la economía en general. La académica ignora el rol que tienen los bodegones en el lavado de activos e incluso llega a contradecirse o incapacitarse para cerrar un argumento.
Primero que todo: ¿Qué es un bodegón?
La cuestión del «capitalismo bodegonero», por más absurda que sea, se entiende únicamente remitiéndonos etimológicamente al concepto de bodegón. A diferencia de las bodegas o pequeñas tiendas, los bodegones son grandes almacenes que venden productos importados en las principales ciudades de Venezuela, como Caracas, Maracay o Valencia. Aparecieron a finales de 2019 cuando se consintió la dolarización de facto. No hay estadísticas sobre este tipo de negocio: ni cuántos hay, cuál es su tasa de crecimiento, cuántas tiendas se convierten en bodegones o cuántas ventas hacen. El desconocimiento sobre la contabilidad y economía de los bodegones se debe a la bajísima capacidad estadística de Venezuela, es decir, la poquísima recolección de datos que hay. Sin embargo, sí se sabe que quienes tienen bodegones tienen lazos con el gobierno, algo admitido por la misma Bull, son protegidos y también sirven para lavar dinero.
Es importante hacer el énfasis en que los bodegones sirven para lavar dinero debido a que estos venden productos en dólares y resulta fácil. Recordemos que, en Venezuela, desde 2020, tres de cada cuatro transacciones se hacen en dólares por el estatus de moneda muerta del bolívar. El resto se hace en criptomonedas o bolívares con base al tipo de cambio del día, a través de dinero en efectivo, transacciones bancarias o pagos instantáneos, conocidos como pago móvil. ‘‘Lo que ocurre es que algunos de los dueños de los bodegones tienen el permiso para operar en base a contactos con el gobierno. Pero eso es diferente’’ dice Bull, arguyendo que el hecho de que los bodegones estén protegidos por el Estado y solo ellos tengan exenciones arancelarias no vale para negar que Venezuela sea capitalista. Ni aunque sirvan para lavar dinero del gobierno.
Venezuela no es capitalista, o la pesada carga arancelaria
La investigadora de Oslo ignora que los bodegones sirven para lavar dinero de actividades ilegales reconocidas internacionalmente. Una de ellas es el narcotráfico, por lo cual tanto funcionarios de la élite chavista como altos mandos del Ejército de Venezuela son buscados. No es tan difícil entender la dinámica: dado que los funcionarios del gobierno son corruptos, están vinculados al tráfico de drogas y la minería ilegal, tienen conexiones con grupos guerrilleros (que también trafican) y se ven imposibilitados para acceder a servicios financieros porque están sancionados, recurren a financiar bodegones para blanquear el dinero ilegal. Nicolás Maduro autorizó una reducción en los aranceles, pero es selectiva y orientada únicamente a que los bodegones puedan prosperar, no el resto de negocios. ¿Proteccionismo? Sí, para intereses funcionales a la casta corrupta.
Su dinámica es simple: mientras más rápido circule el inventario de los bodegones (comprando y vendiendo mercancías), más rápido se lava el dinero. Es más, una investigación donde participó Bull reconoce que los bodegones son los únicos negocios que gozan de reducción selectiva de aranceles. ‘‘No todos los actores del sector privado tienen igual acceso a mecanismos de importación y financiamiento en divisas que permita aprovechar estas ventajas. Es notoria la dificultad burocrática que se impone como barrera para hacer negocios en Venezuela’’ dice el informe escrito por Bull junto a otros socialistas, como Manuel Sutherland. Venezuela, en realidad, tiene uno de los pagos de aranceles más altos del mundo, con una tasa consolidada del 11,64% y la segunda prevalencia más alta de barreras no-arancelarias. No hay nada de capitalista en Venezuela más allá de desnudar el socialismo realmente.
La enorme preeminencia del Estado en la economía, o cuánto ‘invierte’
Lo cierto es que los bodegones pueden importar tan libremente como el gobierno les permite y son tan funcionales como dinero laven. Son, de facto, propiedad estatal que si pierde sus privilegios sufrirá el mismo destino que otros modelos de negocios. “Como no puedes invertir en otra jurisdicción, porque no te aceptan el dinero mal habido, tienes que ‘invertir’ en el país. Por eso ves flujo de divisas, bodegones de la noche a la mañana. Estas son reinversiones del régimen” explica Andrea Rondón, abogada y presidenta de CEDICE refiriéndose al origen de los bodegones. Ciertamente, y viendo los datos económicos más recientes a los que tenemos acceso, el gobierno sigue siendo excesivamente importante. ¿Quién tiene más propiedad de los medios de producción en Venezuela, un criterio fundamental para diferenciar socialismo de capitalismo? Pues el mismo Estado.
Según el reporte Economic Freedom of The World 2020, basándose en la Investment and Capital Stock Database, el 70,36% de la inversión es estatal. Los hallazgos de los economistas James Gwartney, Robert Lawson, Ryan Murphy y Joshua Hall muestran que Venezuela está lejos de ser capitalista. Ni siquiera es una cuestión de si hay libertad económica o no, sino que los activos necesarios para producir están en manos del Estado. Para no caer en la típica falacia del Nirvana, queriendo aceptar como cierto únicamente aquella perfección que cabe en la imaginación de nuestras mentes, los manuales de Ciencia Política definen al socialismo como la propiedad estatal de los medios de producción. Bueno, eso es Venezuela: propiedad en manos del Estado. Hay, no obstante, otros fallos en el discurso de Bull que son demasiado evidentes.
Imposibilidad de acumular capital de forma privada
Haciendo un recuento de fallos en el discurso podemos enumerar unos cuantos. Primero, no se puede decir que la economía de un país sea capitalista únicamente porque un sector en particular tenga dinámicas similares. Eso es generalizar, una falacia de toda la vida. Segundo, los bodegones en Venezuela son instrumentos usados para lavado del dinero, no son propiedad privada, sino dependientes del Estado para funcionar. Tercero, siete de cada diez dólares invertidos en Venezuela provienen del Estado, por lo que efectivamente domina los medios de producción. Por último, podemos disputar la propiedad de los bodegones con un razonamiento simple. Nadie en Venezuela tiene el dinero suficiente para montar un bodegón, solo quienes participan dentro del Estado y se benefician de sus actividades. Y eso sucede porque el Estado impide que los negocios acumulen capital con una gran diversidad de obstáculos.
‘‘Lo que vemos ahora es que la economía que está emergiendo está basada principalmente en el principio de obtener ganancias’’ dijo Bull. Pero lo que pasa por alto, sea por ignorancia o por mala intención, es que no puedes ganar si en principio no puedes hacer un negocio. Y no puedes hacer un negocio si no puedes acumular el capital suficiente para lanzarlo. Venezuela tiene la cantidad de impuestos más alta del mundo (99) y el cobro de esos impuestos corta los beneficios de un negocio medio en un 73,4%. Montar un negocio, de hecho y según el último reporte Doing Business realizado por el Banco Mundial, cuesta tres veces la renta per cápita del país. Solo afrontar los trámites y los requisitos que impone el gobierno chavista cuesta unos 6808 dólares basándonos en los datos del Doing Business.
Montar negocios: un hito casi imposible
Los argumentos de Bull no dejan de hacer agua y aquí toca reflexionar esto basándonos en datos verdaderos. A lo sumo, un venezolano medio gana 75 dólares al mes, más o menos. La renta per cápita del país está situada en cerca de los 1500 dólares anuales, según estimaciones del FMI. Aproximadamente el 94,5% de la población vive en la pobreza, es decir, no tiene ingresos suficientes para cubrir la canasta básica de alimentación. Iniciar un negocio en Venezuela, a la postre, cuesta cerca de 6808 dólares en capital solo destinado a afrontar la depredación del gobierno chavista. Por último, en 23 años de chavismo se fugaron más de 229.000 millones de dólares en capital de nacionales y se quemaron cerca de 484.000 de dólares en déficit. ¿De dónde sale el dinero de los bodegones? ¿Quién puede montar uno? El mismo gobierno.
En un país totalmente desfinanciado, donde el gobierno controla los ingresos petroleros (fuente casi exclusiva de riqueza en Venezuela), expropió más de 5,500 empresas de distintos rubros y canalizaba deuda sin parar (o la monetizaba con emisión) y donde los únicos ricos son los funcionarios y sus contratistas, los bodegones solo pueden venir de esa fuente. Y es que el mismo Doing Business encontró que Venezuela es el tercer país del mundo más difícil para iniciar negocios. Los impuestos, la dificultad para obtener electricidad, la burocracia para registrar negocios, los importes de capital mínimo necesarios para afrontar el proceso, la imposibilidad de comerciar internacionalmente, obtener permisos… Todo hace casi imposible, más allá de lo expuesto anteriormente, iniciar un negocio en Venezuela. De ahí se deriva que Venezuela no solo no es capitalista, sino que los bodegones no son un signo de capitalismo.