Me encanta que los ricos sean más ricos
Es algo muy necesario, entre más ricos existan, y estos a su vez sean cada vez más ricos, algo mágico y muy beneficioso comenzará a pasar.
Sí, leyó bien. No solo me encanta, es necesario.
Y cada día, necesitamos que sean más, pues todavía hay mucho por aportar en esta sociedad.
Y ya sé que está pensando: “Qué vieja tan arrogante, no es justo que los ricos sean más ricos, pues los pobres siguen siendo más pobres”.
¿De dónde saca ese pensamiento tan nefasto? Bueno, yo sí sé de dónde lo ha sacado, pues los medios, políticos mediocres y muchos famosos lo repiten a cada rato, con su discursito de la desigualdad que ya me sabe a cacho.
Además no es un pensamiento nuevo, a Margaret Thatcher se lo repetían todo el tiempo los congresistas mamertos.
Sí, esos parlamentarios de la Cámara de los Comunes que ante todas las victorias de su gobierno, al final no sabían por dónde atacarla, así que le lanzaban este tipo de comentarios envidiosos y patéticos:
“La brecha entre el 10% de los más ricos y el 10% de los más pobres, ha aumentado sustancialmente en su gobierno.”
A lo que la muy crack respondía con qué elegancia: “You socialists would rather have the poor poorer provided the rich were less rich. That way you will never create the wealth for better social services as we have”.*
*(Si no sabe inglés, aprenda no le voy a traducir, porque además otro idioma le ayudará a ganar más en este y en cualquier país).
Pero tranquilo, si usted es de los que hoy repite lo que muchos famosos dicen y en aquella época hubiese estado de acuerdo con ese ser lamentable que le hacía el reclamo a esta mujer tan grande, acá le voy a contar por qué ese pensamiento debe enterrarlo y darlo por muerto.
Y sobre todo, por qué a usted y a todos nos conviene que en este mundo existan muchos ricos que cada día sean más ricos.
Porque de nada sirven los ricos que se hacen ricos ganándose la lotería, para luego despilfarrar la platica en tonterías.
No. Me refiero a los ricos que logran mantenerse ricos a lo largo del tiempo; a aquellos que muchos acusan de materialistas, superficiales, adictos al trabajo, máquinas explotadoras, y la palabra que más me ofende, “suertudos”.
A esos que el llegar a donde están, les ha costado no sólo mucho dinero sino también sacrificio, esfuerzo y constancia; acciones que nada tienen que ver con la “suerte” y mucho menos, con la arrogancia.
A esos que le traen al mundo soluciones a problemas que tenemos, construyendo empresas que crean más empleos y mejoran la vida de los que tienen menos.
A esos que entienden que el capitalismo es el que debe marcar la parada, pues es sinónimo de que en ese país se respeta la libertad y la propiedad privada.
A esos que saben que aunque la vida no es fácil, entienden que este país no les debe nada, y que por el contrario si nacimos en este platanal es para trabajar y mejorar nuestra realidad.
A esos que en vez de repetirse la famosa frase: “me amo, soy suficiente”, se dicen a sí mismos: “puedo dar más, me falta disciplina, debo organizarme, quejarme menos y hacer más para cumplir con lo que sueña mi corazón y mi mente”.
A esos que asumen la competencia como una motivación más para alcanzar la grandeza. Porque aunque en el colegio usted se haya ganado un trofeo “por participación”, todos sabemos que en verdad no ganó.
Pues si bien la competencia es con usted mismo, también es con los demás, y eso no tiene nada malo pues vuelvo e insisto, necesitamos que los ricos sean más.
Y es que el valor de la riqueza que crean, no está en el dinero en sí mismo, está en cómo lo usan y los problemas que ese negocio resuelve en el camino.
Porque nadie que ha construido un imperio o que se ha vuelto multimillonario o billonario, y que hoy en día se hacen películas y se escriben libros sobre esa persona; lo ha logrado sin resolver algún problema en especial. Y mucho menos lo ha logrado con la mentalidad de: “Soy suficiente” o “él/ella llegó allá por suerte”.
O explíqueme usted qué sería de su vida si los hermanos Wright se hubiesen conformado con “un trofeo por participación” al fallar la primera vez que intentaron volar el primer aeroplano.
Los manes no dijeron: “Tranqui Orville, somos suficiente, hasta nos deberían pagar por haberlo intentado, si no se dió, pues así son las cosas de Dios”. No. ¿Cierto que no? Pues si ellos hubiesen tenido esa mentalidad, hoy usted no podría montarse en un avión y viajar por el mundo rápido y con tranquilidad.
O qué me dice de Queen y nuestro amado Freddie Mercury a quien la disquera del momento le dijo que nadie iba a escuchar una canción de más de 6 minutos. Freddie no dijo: “Ay bueno amigos, será para la próxima que contemos con más suerte”.
¿Cierto que no? Y hoy en día Bohemian Rhapsody y muchas canciones de Queen generan utilidades de más de 44 millones de libras. Canciones que a usted y a mí nos han traído demasiada felicidad, y que seguro habrán ayudado a alguien en momentos de depresión, como lo han hecho conmigo varias canciones de Coldplay, en una que otra ocasión.
O explíqueme usted qué sería de su vida sin el fallecido billonario de Steve Jobs, que gracias a él usted puede leer mis columnas en un bello IPhone, y sin tener que utilizar un computador que se demore tres horas en prender.
Y si tiene Samsung o un Android cualquiera, pues debería agradecerle a esos manes que también son billonarios pero cuyos nombres no tengo presentes en mi glosario.
O qué sería de usted que se quiere dar a conocer, sin el billonario de Mark Zuckerberg, CEO de las redes sociales que usted tanto ama, Facebook e Instagram; o sin Jeff Bezos, o sin los billonarios de Larry Page y Serguéi Brin creadores de Google, cuyos nombres acabo de googlear y que a este mundo no han parado de ayudar, pues crearon una revolución de verdad.
Y es que la importancia de que los ricos sean más ricos está en la magnitud de lo que crean y la manera cómo ayudan a los demás.
Pues cuando usted se vuelve multimillonario o billonario, puede ayudar a demasiada gente, como lo hace Bill Gates con su fundación “Bill & Melinda Gates Foundation”, en cada oportunidad que tiene.
El año pasado este personaje donó unos 4.600 millones de dólares a causas sociales como educación, cobertura de servicios médicos y reducción de la pobreza en el mundo. Así que a esto usted no puede llamarlo suerte, y por supuesto que Gates no es el hombre que se decía constantemente “Soy suficiente”.
Todos estos personajes y los 18 millones de personas que son multimillonarias en el mundo han entendido algo que todos debemos entender, y es que el éxito no tiene nada que ver con suerte, tiene todo que ver con trabajo, mucho trabajo, constancia y sobre todo, respaldo de Dios.
Si usted es ateo, lo siento, no sabe de lo que se está perdiendo.
También tiene que ver con superar obstáculos, momentos de traición y el hecho de que no siempre se va estar motivado, pero cuando hay propósito y pasión llegará la recompensa que además de traducirse en dinero, brindará felicidad y más destreza.
Entre más ricos existan, y estos sean cada vez más ricos, algo mágico comenzará a pasar y es que la envidia poco a poco se desvanecerá, o bueno, menos envidia y depresión habrá. Pues cada persona estará alcanzando su potencial.
Yo quiero ser millonaria. Vale aclarar que en dólares, porque en pesos colombianos pues técnicamente lo soy cada mes, if you know what I mean.
Y cuando sea millonaria en dólares, seguramente querré ser billonaria, y eso no me hace superficial, ni materialista, ni adicta al trabajo, ni una máquina explotadora, y mucho menos me hace una vieja con suerte.
Eso me hace alguien que entiende que este mundo no me debe nada, y que vine a servir con los talentos que Dios me ha dado y las metas que me he trazado.
Finalmente, quiero que tenga en cuenta la importancia de esta frase: “STOP BEING POOR”, dijo alguna vez alguien que seguramente usted ha considerado que es una persona demasiado bruta y superficial, pero que hace más dinero que todos los que me leen por acá.
Paris Hilton, la que cuando usted tenía 14 años y quería oler como mujer grande, le resolvió el problema y lanzó el perfume que le arregló a más de una el levante y hasta el cuadre.
¡Qué vivan los ricos que cada día son más ricos!
Y bueno, también los hombres que en su físico son cada día más lindos.
Le deseo mucha abundancia, pero sobre todo, con mucha elegancia.