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El cine y el marxismo: relación histórica con la ideología socialista

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El marxismo es una doctrina que siempre ha estado presente en la historia del cine, que incluso en la actualidad pareciera que fuera la hegemonía.

¿Ya te has fijado que las películas y series de Hollywood a menudo lucen inspiradas por las izquierdas? Y no es de ahora; en el cine, gente como Charlie Chaplin hace un siglo, Jane Fonda hace medio siglo, y más recientemente Danny Glover, Sean Penn, Michael Moore, Robin Williams y muchos otros actores, actrices, guionistas, productores y directores hacen sus filmes “progresistas”, los que reciben toneladas de “Óscares”, y otros premios para la industria cinematográfica.
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Se presentan y exhiben con gran fanfarria de prensa y crítica “especializada”, destacando sus supuestos “méritos estéticos”. Esta propaganda política disfrazada de “arte” no se limita al cine: en el siglo XIX hubo harta literatura “social” y “realista”; y novela de “denuncia” desde comienzos del siglo XX, y mucha “canción de protesta” en los ‘60s.

En la pantalla del cine y la televisión, casi siempre los empresarios y las empresas suelen verse como villanos, y como héroes los “jóvenes idealistas” que “denuncian” corrupciones, contaminaciones del aire y del agua, y toda clase de abusos y atrocidades, que directa o solapadamente se atribuyen siempre al “capitalismo salvaje”. Y los políticos lucen como cínicos, mentirosos, corruptos y ladrones; ¡salvo que sean socialistas y “progresistas”! ¿No es esto sospechoso?

En la misma onda, los matrimonios y las familias son a menudo objeto de burlas y ridiculizaciones; pero los “gays” y lesbianas lucen como personas generosas, amables, amorosas, simpáticas y de muy buenos, nobles y elevados sentimientos. Por supuesto se les victimiza, presentándoles como inocentes perseguidos por las maquinaciones de los “reaccionarios” intolerantes y fanáticos religiosos. ¡El marxismo cultural en la pantalla, y desde hace tiempo atrás!

Las izquierdas no están diseñadas ni programadas para construir nada, sino para destruir. El marxismo clásico para destruir la economía capitalista; y el marxismo cultural, que no es una ruptura ni un cambio sino una continuación, para socavar y aniquilar el matrimonio y la familia, instituciones ligadas al capitalismo. Hay que distinguir cuidadosamente primero, y ver lo que es y lo que no es el socialismo, eso que promueven las izquierdas. Una cosa es lo que dicen, y otra cosa lo que hacen:

Lo que dicen las izquierdas clásicas: que el socialismo es un sistema opuesto al capitalismo, que crea desigualdad, dicen; y el socialismo distribuiría la riqueza de modo igualitario. Para eso el Estado debe asumir la propiedad y/o el control de la economía, brindar la salud y educación “gratis para el pueblo”, preservar el medio ambiente, evitar la discriminación, etc. Las izquierdas culturales nos presentan al matrimonio y la familia como instituciones conservadoras, “opresivas” y “patriarcales”. Todas abonan sus discursos con palabras que suenan muy bonito en el aire, por ej. justicia, equidad, igualdad, “no discriminación” e “inclusión”, ¡y hablan hasta de libertad!
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La realidad: eso es imposible, son “utopías”, sueñes bonitas en apariencia, y en realidad “distopías”, horrorosas pesadillas. Cada vez que se ha intentado en serio y a fondo, el fracaso ha sido rotundo. Entonces algunas izquierdas dan marcha atrás, como por ej. en los países escandinavos. En Alemania, el nacional-socialista Hitler tuvo que dar el paso de las estatizaciones de empresas al “mercantilismo” en economía. En 1935 comenzó un programa “eugenésico” (para preservar y mejorar la raza) titulado “Lebensborn”, que significa “fuente de vida”, con el fin de procrear niños arios y rubios, por jóvenes solteros, arios y rubios. Contra sus previsiones, no todos los jóvenes alemanes se unieron al programa; solamente nazistas adoctrinados y fanáticos.

En la producción soviética, Lenin cambio el “comunismo de guerra” por la “Nueva Política Económica” en 1921. E inició una política de permisividad sexual y persecución religiosa, que a su muerte en 1924 Stalin continuó, para interrumpirla poco más tarde, avecinada la II Guerra Mundial.

Imposible defender el socialismo en la práctica. Por eso los marxistas sólo atacan, sólo critican, sólo muestran cosas negativas. Y ante cada tiranía socialista las izquierdas siempre dicen que “eso no es socialismo”, que el nazismo es “extrema derecha”, y que las tiranías tipo soviético son “desviaciones”, “deformaciones”, “stalinismo”, etc.

Lo que hacen las izquierdas es atacar furiosa y sistemáticamente al capitalismo. Y a todos los principios, normas y valores propios de la civilización, que van más allá de la religión, y por ello son defendidos por los agnósticos y ateos conservadores, muchos de los cuales tenemos entre los líderes del Movimiento Cinco Reformas. Los buenos sociólogos les definen como “cristianos culturales”, por entender cuáles son las bases éticas propias de un país civilizado.

Con toda clase de adjetivos descalificadores, dicen las izquierdas que el capitalismo es “salvaje e inhumano”, que es “cruel y sin sentimientos”, explotador, colonialista e imperialista, depredador etc.; y los empresarios son explotadores y contaminadores. Y los varones son machistas y acosadores, los maridos golpeadores, los papás son irresponsables y escapistas; y a menudo ambos padres abusan de sus hijos, sobre todo si “tienen prejuicios religiosos”. Usan la mentira para su propaganda negativa, difamatoria y calumniadora. Y el problema es que las artes les ofrecen demasiadas buenas ventajas y oportunidades a la hora de falsear la verdad: no hay que explicar o analizar nada, basta con mostrar, lo que se quiere mostrar, como se quiere mostrar, y nada más; eso es todo. Especialmente el cine, con todas sus imágenes impactantes y técnicas en manejo de cámaras, se presta de maravillosas a toda clase de mentira.

Y los artistas son por lo general muy ignorantes. Deseosos de figuración, se prestan dóciles a repetir las palabras del guion, no importa quién lo haya escrito ni con cuál intención. A cambio, los eficientes aparatos de prensa, “cultura” y propaganda, controlados por las izquierdas y gente “progresista”, les promueven, publicitan e impulsan sus carreras. Una vez convertidos en celebridades, todo lo que digan en pro de las “nobles causas” propias del socialismo, es ávidamente devorado y creído por un público no menos ignorante, pero deseoso de lucir culto, moderno, “sin estereotipos”, de “mente abierta”, y muy “desprejuiciado y avanzado”.

Dejamos aquí; por ahora, seguiremos si Dios quiere con esta materia. ¡Hasta la próxima!
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Por Alberto Mansueti, un colaborador destacado de MÁS Libertad.

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