La Pulla demuestra su ignorancia económica al criticar a Rappi
Un vídeo de La Pulla en donde hacía eco de la "injusticia" de Rappi, dejó en evidencia que sus argucias se basan en ignorar principios básicos de contabilidad y mentir sobre los acuerdos ofrecidos por la app.
Hace poco más de dos semanas, la conocida politóloga y periodista colombiana La Pulla subió un vídeo que causó cierto impacto por su contenido crítico. Maria Paula Baena —verdadero nombre de la mujer— cargó contra la startup colombiana Rappi por prácticas laborales que, a su juicio, son deleznables y deben regularse. No es una opinión reservada de ella, puesto que muchos socialités, reguladores e influencers similares al igual que mucha gente que los sigue han dicho lo mismo. Este contenido (que dura 13:08 minutos) expone que las relaciones industriales de la empresa convierten el trabajo de los domiciliarios en un suplicio chino. ‘‘Los rapitenderos (domiciliarios) están en la mala. Que digo en la mala, en la inmunda. Que digo en la inmunda, en la peor’’ es como apertura el guión de la periodista su crítica a Rappi.
Pero lo que leen aquí no es un reporte de hechos si no un desmontaje del mito alimentado por quienes desconocen de lo que hablan. Los argumentos esbozados por Baena, así como sus sugerencias de pagos íntegros a los domiciliarios, se basan en ignorar cosas que siempre tuvo al frente. Hablamos de estados financieros, el modelo de negocios, la imposibilidad técnica de que la empresa incluso usando todos sus recursos pueda pagar lo que ella quiere… Y también en mentir descaradamente sobre la cobertura de seguros que brinda Rappi a los rapitenderos por accidentes laborales. Descontextualizaciones, ignorancia de principios básicos de contabilidad y administración de empresas, mentiras flagrantes, en fin, lo dicho por La Pulla es todo menos una crítica seria. Parecerá que solo hablo sin demostrar, pero abarcado por esta sección no alcanza para desenmarañar el enredo, así que se tratarán los errores por partes. Salud.
Imposibilidad técnica: Rappi no puede pagar tanto
Todo comenzó cuando vi un vídeo corto del economista Andrés Ortiz Rico respondiendo a los cuestionamientos en apariencia críticos de La Pulla. En su explicación, defendió la tesis de que formalizar a los domiciliarios de Rappi supone básicamente la aniquilación de la empresa. ¿Por qué? Bien, porque el 84.21% de las remuneraciones obligadas por ley que debe recibir un empleado en Colombia son beneficios extrasalariales.
Es decir, 8.5 de cada 10 pesos que recibe un trabajador en blanco, formal o como le quiera llamar se componen de contribuciones a seguridad social, salud y pensión; primas y subsidios; cesantías; vacaciones e intereses de cesantías. En ese orden de mayor a menor participación. Toda esa remuneración mínima obligatoria son unos 5.751.068 pesos colombianos, de los cuales 4.842.542 son sobrecargos inmensos que la empresa no puede costear.
Hablamos de 5.75 millones de pesos por repartidor, y La Pulla dice que hay unos 42.000 en Colombia. Inevitablemente, eso carga gastos de 241.5 mil millones de pesos para todos. Por doce meses, esto se convierte en 2.89 billones de pesos que se tienen que pagar anualmente a todos los domiciliarios del país. Para el año 2019 (último reportado por Rappi a Supersociedades), todo lo que es de su propiedad alcanzó los 167.8 millones de pesos.
O sea, toda la propiedad de Rappi solo pagaría el 5.8% de los costos laborales generados anualmente si seguimos la sabiduría de La Pulla. Se necesitarían 47.7 veces todo el efectivo de Rappi, 17 veces su activo total y 14.5 veces sus ingresos anuales para pagar la cuenta. Eso fulminaría a Rappi en unas tres semanas dejándola en la quiebra. Vaya a saber usted quién les dará trabajo ahora a los rapitenderos.
Una verdad a simple vista en las finanzas
Eso que La Pulla denomina como ‘‘hermosos eufemismos’’ para evadir ‘‘responsabilidades de empleadores’’, no son eufemismos. Ocurre que como señalan Ortiz Rico y Daniel Raisbeck, este tipo de influencers «intelectuales» viven desconectados de la realidad. Maria Paula Baena (y muchos de sus seguidores) juran que los dueños de Rappi se hacen «los monigotes» para, supuestamente, no pagar lo que tienen que pagar. Pero pasa algo más.
Además de pasarse por el forro que si hacen eso la empresa se funde y los rapitenderos van desempleados, ignora que la empresa no gana. Desde que abrió, Rappi tiene rentabilidad negativa que promedia el -178.9% del activo total y acumula 551.7 mil millones de pesos en pérdidas netas. Eso equivale a unos 182.8 millones de dólares incluyendo gastos por amortización, depreciación, interés y pago de impuestos, que agravaron en un 2% la situación.
Rappi ni siquiera es una empresa totalmente solvente, y en la medida que los días pasan, la empresa crece pero a costa de un ahogamiento de pasivos financieros. En los últimos tres años, su capacidad de pago para el corto plazo (razón corriente) cayó un 68.52%. Para 2017 habían 4.73 pesos en activos líquidos (fácilmente disponibles) por cada peso en pasivo circulante (lo que más pronto se le podía cobrar a Rappi por adeudo).
En 2019, el último año con el cual se cuentan registros financieros, habían 1.4 pesos en activo circulante por cada peso de pasivo circulante adeudado. Además, su nivel de apalancamiento (todo lo que debe entre todo lo que tiene) se multiplicó por cinco veces. Rappi está endeudada hasta por el 102.88% de sus activos. Dichos aprietos financieros muestran algo clave: la empresa no acumula capital.
Funcionamiento de Rappi y lecciones de microeconomía
Si no hay acumulación de capital, entonces ocurren dos efectos importantes derivados de su indisponibilización. El primero es que, como no hay recursos adicionales para invertir, la demanda de trabajo se contrae disminuyendo el valor de la mano de obra. De hecho, el requisito primordial para que un trabajador pueda ser empleado es que exista una puja de capital convertida en remuneración para atraerlo.
Ahí se explica que, como lo asienta la literatura económica vitalicia, los problemas de desempleo y de salarios se deban a fallas en el stock de capital. El segundo es que como no hay más inversiones en capital físico, su intensificación cae y se reduce la productividad de la mano de obra como consecuencia de la ley de rendimientos decrecientes. Menos recursos para poner, más se desbalancea el equilibrio de las entradas correctas de mano de obra y capital.
Rappi sufre los efectos de no correr con capital propio ni acumular capital. La empresa no se centra en contratar más repartidores, ni pone más capital en los mercados laborales porque no lo tiene, no lo acumula. En realidad, Rappi se centra en invertir de forma innovadora para convencer a inversores que le aporten capital de riesgo a su modelo de negocio disruptivo. Eso, como ya nos muestran sus estados financieros, no implica que ganen dinero de la noche a la mañana o que se llenen de plata.
Al contrario de cómo nos quieren hacer creer, la empresa está pasando momentos duros para mantenerse y levantar una infraestructura atractiva. Con el tiempo, posiblemente al cabo de unos cinco años, el negocio se estabilizará y producirá beneficios al fin después de soportar las pérdidas. Ahí podrán pedir la plata que le exigen a Rappi pero no tiene.
Descarada mentira de La Pulla: ¿Domiciliarios expuestos?
‘‘Pues vemos a rapitenderos desprotegidos que si tienen un accidente llevando la hamburguesita, ni idea. Si necesitan ir al médico porque se cayeron de la bici, quien sabe. Quedaron incapacitados para manejar la moto porque el guarapazo fue serio, ¿qué vaina no? Quieren cotizar para pensión y no estar trabajando hasta los 105 años, no sabría que decirte’’ es como comenzó la Pulla su sección crítica contra las condiciones de seguridad social de Rappi. Aquí viene lo gracioso: el 75% de lo que dijo aquí es falso, y el otro 15% es imposible de cumplir. Solamente sufragar los costos de seguridad social, salud y pensión (38.86% sobre el total de remuneraciones) de 42.000 domiciliarios equivale a 1.12 billones de pesos. Para lograr eso, Rappi tendría que parir de quién sabe dónde unas 6.7 veces todo lo que tiene ahora para liquidar pagos a domiciliarios.
Lo gracioso es que inmediatamente después de hacerles ese pago a los domiciliarios, Rappi quiebra porque ya no le quedan recursos. Pasa que mientras lo que deben pagar nada más en eso suma los 1.12 billones de pesos, su activo total es de 167.8 mil millones de pesos. Más o menos, apenas alcanzaría para pagar seguridad social por unos dos meses y bum, bancarrota. Ahora, ¿y qué pasa con la desprotección laboral de la que se queja La Pulla y es lo que más impacta a la gente? Medios como Colombiacheck constataron que Rappi paga dos pólizas de seguro (accidentes personales + responsabilidades frente a terceros) y también ARL. De hecho, en la página web de repartidores explican qué hacer en casos de accidentes o siniestro, y se pueden optar por pólizas hasta para bicicletas. Como esta sección no alcanza para explicar todo, vamos a revisar las pólizas a detalle.
Pólizas, seguros y ARL de Rappi
Ajá, la empresa ofrece pólizas para bicicletas y coberturas en caso de muerte, robo, daños a terceros y pérdida total del vehículo. La póliza cubre robos como máximo dos veces por año y, si un asegurado muere, la póliza puede legarse a un beneficiario. Ahora bien, en caso de daños a bienes de terceros, la póliza cubre 64 millones de pesos y la misma cantidad aplica en caso de muerte. En caso de pérdida total, se cubre hasta un máximo de 400.000 pesos y lo mismo aplica por robo. Hay una segunda póliza de responsabilidad civil extracontractual que cubre a los domiciliarios que conducen motos. Actúa salvaguardando 320 millones por daños a bienes de terceros y 320 millones a muerte o lesiones de personas. Ahí parece que, contrario a lo que dice La Pulla, esta empresa sí sabe cómo reaccionar ante los incidentes laborales.
Pero falta mencionar, por supuesto, la ARL. ‘‘Es cierto que Rappi ofrece un seguro a los rapitenderos en caso de accidentes. Pero la cobertura de un seguro es limitada. En cambio si estuvieran con una ARL eso les cubriría todo lo necesario hasta recuperarse’’ fue una cosa que puntualizó La Pulla. Hasta cierto punto es contradictorio, porque reconocer el ofrecimiento de un seguro implica que sabes del hecho de que los trabajadores no están desprotegidos. Por tanto, entiendes que la empresa sí responde y no se hacen los locos (como dijiste dos minutos atrás), pero bueno. No entremos en las contradicciones de La Pulla, no es relevante ahora. La ARL que ofrece Rappi tiene prestaciones asistenciales como servicios médicos, hospitalización y cirugía, prótesis, muletas, sillas de rueda, medicamentos y rehabilitación. Además, presta incapacidad temporal, incapacidad permanente, incapacidad parcial, pensión de invalidez y auxilio funerario.
La estupidez del algoritmo jefe
Otra vaina que me dio risa (y un poco de preocupación) fue el argumento de que el jefe de los rapitenderos es… Un algoritmo. No dispara mis alarmas porque me parezca un argumento sólido que podría tumbar todo, sino todo lo contrario y les explico por qué. La Pulla sostiene que el jefe de los rappitenderos viene en forma de algoritmo ‘‘que incluso puede ser peor que el jefe al que usted le conoce las arrugas de memoria’’. ¿Por qué? Bueno pues porque ‘‘el algoritmo le revisa cuánto tiempo se demoró llevando un pedido. Le revisa cuántos pedidos hizo. Le mira las calificaciones que tuvo. El algoritmo le da puntos que los premian o lo castigan. Y en base a esas calificaciones el algoritmo le da más o menos pedidos e incluso lo bloquearía de la app’’ es básicamente el grueso textual de su argumento.
¿Cuál es el problema de este argumento? Primero, lo que hace el algoritmo de Rappi es ponderar el rendimiento de un domiciliario en base a las preferencias agregadas de los consumidores. Su función es intermediar las necesidades de quienes compran en Rappi y la disposición y performance del domiciliario que hace las entregas, no dar órdenes. En cualquier caso, quienes serían los jefes (y de paso indirectamente) son los mismos clientes que compran a través de la aplicación. Son sus preferencias las que se transforman en órdenes para los repartidores, que tampoco son específicas porque no se manifiestan: se interpretan cuando cambia el flujo de pedidos. Igualmente es común entre los políticos e influencers colombianos aclamar un proteccionismo desembocado pensando en los trabajadores a costa de los consumidores. Ya ocurrió hace un año con Jorge Robledo con Uber, en lo cual coincidió con sus rivales del CD.
Problema contractual: ¿Leyó la Pulla los términos y condiciones?
Ese hueco contextual tan hondo como un pozo sin fondo que tiene el argumento yace en malinterpretar lo que es un algoritmo. El algoritmo no es algo que pueda sujetarse a características que tiene un jefe porque no es una persona, ni un sujeto, ni es concreto. Lo que pasa en realidad es que La Pulla quiere encajar por la fuerza atributos propios de los sujetos humanos a algo que no lo es. Pues no, el algoritmo no es un sujeto, no es un humano, no es una persona ni es un jefe, las personas sí lo son. Ignorando este hecho tan elemental se olvidan de la función armonizadora del algoritmo para los clientes. Además, olvida que Rappi, a través de su algoritmo, puede restringir incluso a tiendas y restaurants que coloquen mal los precios. El algoritmo también los evalúa, pero eso no implica que sean empleados de Rappi.
Bien, como les decía, el algoritmo no puede ser un jefe, pero las personas si pueden… Y básicamente eso mismo es lo que dicen los términos y condiciones de la misma Rappi (que te explica cuando usas la plataforma). Acorde a las políticas de Rappi, los domiciliarios ‘‘utilizarán la Plataforma «Rappitendero» para vincularse contractualmente de forma directa con los Consumidores’’. De hecho, el contrato de mandato remunerado celebrado por medios electrónicos es un acuerdo que alcanzan los consumidores y domiciliarios usando la plataforma. De nuevo, esto vendría a confirmar que quienes están vinculados contractualmente son los mismos consumidores, los mismos preceptos jurídicos constituyentes de la plataforma lo definen. Ahora, de todos modos es irrelevante porque al final concedieron beneficios propios de un contratado por empresa incluso construyendo las Rappi Pitstops el año antepasado. Incumplieron sus propios términos y no están obligados pero la presión puede más.
La trampa de las buenas intenciones
Un problema adicional de La Pulla es que, por más que supuestamente quiera el bien para los rappitenderos, es ignorante de la literatura económica. Incluso en economías mucho más grandes, intensivas en capital y competitivas como Estados Unidos, el encarecimiento de la mano de obra pasa factura. En industrias de baja remuneraciones (donde se integra Rappi) el 66.7% de la literatura encuentra que subir los costos laborales impacta negativamente el empleo. Quienes son más afectados son los adultos jóvenes (impactados negativamente en el 85% de los estudios) y los adolescentes (con una frecuencia del 81.40%). De forma general, el 79.30% de los estudios indican que incrementar por ley los costos laborales causa desempleo y/o informalidad. De por sí, si esto pasa en Estados Unidos, uno podría imaginarse lo que ocurriría en Colombia donde el 49.4% del empleo es informal y no precisamente por gusto.
Ni siquiera debemos especular sobre lo que pasaría si existen aumentos salariales drásticos bajo las condiciones económicas de Colombia. Regresando al primer punto, volvemos a caer en cuenta de que si Rappi pagase todo lo que está obligada a pagar, quiebra en tres semanas. Mucha gente que piensa en Rappi ve al «Amazon de Colombia» sin caer en cuenta que Amazon no tuvo rentabilidad sino hasta quince años después. Por eso creen que se hinchan con un montón de plata y que perfectamente podría pagarle a todos sus empleados holgadamente… Ni se dan cuenta de que Rappi carece de patrimonio neto.
1- Amazon ya paga mínimo $15/hora
2- Competencia incipiente de Amazon no puede pagar todavía $15/hora
3- Amazon insta a autoridades a incrementar salario mínimo
4- Competencia de Amazon quiebraAmazon mata dos pájaros de un tiro: muestra virtud y destruye competencia. pic.twitter.com/nrinJgk9N3
— Daniel Fernández (@danfmsg) February 1, 2021
Hoy día, Amazon sí puede pagar perfectamente un salario mínimo duplicado, e incluso lo apoya públicamente, pero con eso muchas empresas más pequeñas quebrarían e incluso unicornios como Rappi deberán efectuar despidos masivos o desaparecer también. Amazon lo sabe perfectamente; la empresa ya pasó por eso, pero lo usa a su favor para desaparecer a la competencia en los mercados de productos y controlar la demanda laboral. Así, personas como La Pulla que se creen revolucionarias y pro-obreras en realidad terminan siendo serviles a los monopolios que creen combatir. No por nada Sowell decía: ‘‘Nada es más fácil que tener buenas intenciones. Pero sin un entendimiento de cómo funciona una economía, las buenas intenciones pueden tener consecuencias desastrosas’’.